Cuando contraemos matrimonio lo hacemos pensando en estar siempre con la persona que amamos, la que hemos elegido para compartir nuestra vida y formar una familia. El amor es un sentimiento abstracto que, de hecho, va cambiando también con el tiempo y con las circunstancias. Quien diga que ama a una persona de la misma manera que el primer día, después de muchos años juntos, sencillamente está mintiendo. El amor muta hacia el cariño, hacia la estabilidad, perdiéndose tal vez un poco de esa fogosidad que siempre hay al principio, pero cambiándola por una sensación de confianza y seguridad que es la clave para mantenerlo durante mucho tiempo. El amor que se promete en una boda, ante un juez o ante el mismo Dios, es para todos los días de nuestra vida, hasta que la muerte nos separe, como se suele decir. Al menos, eso es lo que se intenta, porque muchas veces la realidad es otra…
Y es que cada vez son más los matrimonios que terminan en divorcio, sobre todo en los primeros años, por incompatibilidad dentro de la pareja, por infidelidades, por haberse perdido ese sentimiento de deseo e ilusión que hacía que todo funcionase en un primer momento… Los divorcios están a la orden del día, pero eso no quita que todavía haya muchos matrimonios que se mantienen fieles a esa idea de quererse para toda la vida. De hecho, las celebraciones de las bodas de oro, que se cumplen a los 50 años de casados, son cada vez más habituales. Sin duda alguna es un logro a celebrar el llevar medio siglo juntos, queriéndose y apoyándose en todo momento. Si estás en esa situación, o tus padres o abuelos están a punto de cumplir con ese aniversario, aquí te dejamos algunas sugerencias interesantes para que la celebración sea todo un éxito, algo íntimo y familiar, pero también por todo lo alto.
Las famosas bodas de oro
Como seguramente ya sabrás, la celebración de los cincuenta años de casados recibe el nombre de bodas de oro, y suelen ser un evento muy importante en el que la familia de la pareja se reúne para celebrar precisamente todo ese amor, y todo el cariño que les ha hecho aguantar tanto tiempo. El oro es un material muy valioso, pero difícil de encontrar, extraer y manipular. Se requiere un gran esfuerzo para convertirlo en las joyas que todos conocemos, pero el resultado siempre vale la pena. La analogía con un matrimonio de cincuenta años es obvia. No siempre lo tendrán fácil, pero está claro que si hay amor y respeto mutuo, el matrimonio siempre vale la pena, y llegar a compartir cincuenta años de casados es todo un logro que por supuesto, debe celebrarse como se merece, con una gran fiesta.
El lugar adecuado
Las bodas de oro pueden ser todo un acontecimiento no solo para la pareja que las cumple, sino también para toda la familia, la que ellos mismos han creado, alimentado y apoyado desde que se casaron cincuenta años atrás. Es una celebración de la vida, en definitiva, y para ello hay que encontrar el lugar perfecto, un sitio donde la pareja, ya de avanzada edad, se sienta cómoda y pueda disfrutar de la compañía de sus amigos y familiares. Lo habitual es llevarlo a cabo en una hacienda, en el jardín a ser posible, para que quepan todos los invitados. También se puede escoger un buen restaurante, o un salón de celebraciones, si el tiempo fuera no acompaña. Lo realmente importante es que sea un sitio acogedor, y si además tiene una carga sentimental y simbólica para la pareja, mucho mejor.
Los invitados
Esta es, como suele ser habitual, una de las partes más complejas de preparar una fiesta. Conseguir que todos los invitados vengan, a veces desde diferentes lugares del país, o decidir sencillamente quien entra y quién se queda fuera, pueden ser decisiones complicadas. Lo habitual es que las bodas de oro se celebren en familia, con todos los hijos y nietos, los hermanos y demás. Avisar también a unos pocos amigos puede ser una buena opción, sobre todo si se ha mantenido el contacto durante todo ese tiempo con ellos. Igualmente, sería muy bonito contar con los testigos de la boda, si es posible, ya que al fin y al cabo se está celebrando el aniversario de aquel enlace. Sea como fuera, la fiesta, por muy grande que la queramos hacer, no debería sobrepasar los 50 o 60 invitados, para tenerlo todo más controlado.
Celebración de las bodas de oro
Aunque en primer lugar la celebración debería partir de la propia pareja que cumple ese aniversario, en muchas ocasiones son los hijos o incluso los nietos los que toman la iniciativa de preparar una gran fiesta para que la pareja celebre sus bodas de oro. Lo más habitual es que se lleve a cabo en una recepción, ya sea en una hacienda al aire libre o en un salón de celebraciones. Se avisará a la gente para que llegue a una hora concreta y estén todos allí cuando los protagonistas de la celebración entren en el salón, tiempo después. Se ofrecerá un cocktail y una cena o almuerzo, dependiendo del momento del día. También se suelen llevar a cabo presentaciones de diapositivas en las que se muestren fotos de la pareja con la familia. Y por supuesto, los discursos de los hijos, los nietos, las personas más importantes para la pareja. Contratar a algún grupo u orquesta que pueda tocar música de baile, siempre del gusto del matrimonio, también puede ser una buena opción si el presupuesto nos llega para ello.
Regalos para bodas de oro
Los regalos también son habituales en este tipo de celebraciones, aunque normalmente no suelen ser algo material. Siempre hay alguien que regala algo de oro, para ir en consonancia con la propia celebración. Pueden ser anillos, pendientes, etc… Lo ideal es que si el matrimonio sigue gozando de buena salud, se les regale también un viaje, puesto que es probable que en su momento no pudieran llevar a cabo una luna de mil como tal. Otros buenos regalos pueden ser la creación de un árbol genealógico de la familia, un álbum de fotos con recuerdos de todos esos años de casado, o incluso la producción de un pequeño documental con la historia de ese matrimonio. Son regalos muy emotivos, que van directos al corazón y que sirven, como la propia celebración, para dar gracias por todos esos años de amor.