La Escuela Municipal de Educación Especial Virolai pone en marcha una iniciativa para hacer accesible el mundo de la música a los alumnos con discapacitados
La música es un idioma universal que no conoce barreras. Es un lenguaje que no se entiende, se siendo. Esta filosofía desembarca en la Escuela Municipal de Educación Especial (EMEE) Virolai de Cornellà, donde el personal docente ha buscado los atributos para estimular la septuagésima de alumnas de 3 a 21 años con diferentes discapacitados que acoge. Miguel Carrillo, profesor del extraescolar de musicoteràpia, ha introducido métodos revolucionarios en sus sesiones que el fisioterapueta del centro, Ricard Barnés, ha ido adaptando y ampliando. Aprovechan la tecnología porque los niños puedan hacer música.
Carrillo importó de los Estados Unidos el Makey Makey, una placa de circuito imprimido con un microcontrolador, un dispositivo de interfaz humana (HID) para comunicarse con el ordenador, que lo interpreta como un teclado, que permite utilizar letras, clics de ratón o los cuatro cursores de manera predeterminada. La placa se conecta al ordenador y, como apunta Barnés, se abre una puerta a la imaginación: “Podemos pensar en objetos reales que se transforman en pulsadors y que al tocarlos el ordenador emite una respuesta como por ejemplo decir su nombre y que salga la imagen del objeto correspondiente. Las posibilidades son infinitas”.
El reto es mayúsculo: “El objetivo es hacer accesible al alumno todo aquello a que por si suele no tiene acceso, que es bueno para su aprendizaje y que lo motiva especialmente. A partir de aquí el alumno podrá aprender, experimentar y evolucionar”, subraya el fisioterapeuta.
La música es uno de estos ámbitos a que los niños con discapacitados tienen, en teoría, vetada la entrada. “Cualquier persona puede coger una guitarra, una flauta u otros instrumentos y con práctica puede llegar a tocarlos, mejor o peor. Nuestros alumnos no pueden hacerlo. Por lo tanto, cuando se los ofrece la posibilidad de tocarlos, mediante pequeñas adaptaciones, para ellos es la cosa más motivadora del mundo, porque no hay nada que haga sentir mejor un niño que hacer el que le gustaría”, explica Barnés, que añade que “aprender es mucho más fácil si se hace con el que gusta, motiva y normaliza”.
Y la música es un recurso educativo de primer orden: “Mediante la música podemos trabajar el ritmo, la coordinación, la atención, el oído, las emociones, la expresión, la diversidad, la cultura, y es un recurso muy gratificante para nuestros alumnos”. Con la música también comparten un proyecto inclusivo con alumnos del Instituto Maria Aurèlia Capmany, que los ayudan a hacer adaptaciones de instrumentos o en tareas de programación.
Crecimiento personal
En la escuela están muy satisfechos de los resultados obtenidos hasta ahora. Barnés no se esconde: “Despacio estamos consiguiendo hacer música con nuestros alumnos de una manera diferente, haciendo accesibles instrumentos que de otro modo no lo serien. La recompensa es llegar al aula con los instrumentos y que te reciban con una gran sonrisa”.
Las dificultades inherentes a su discapacidad se atenúan por la ilusión que los genera este espacio de recreo. “Observas aquel alumno con grandes dificultades de movimiento que cuando le pones el instrumento a su alcance no para de mover la mano para tocar; o aquel otro que siguiendo los colores que salen al ordenador llega a tocar alguna pequeña canción y voces su satisfacción por el que ha conseguido”, afirma el fisioterapeuta, que no tiene ninguna duda que “la correcta utilización de herramientas adaptadas según la evolución del alumno ofrece la posibilidad de crecer como persona”.
Programa adaptado
El Makey Makey permite trabajar diferentes aspectos en función de las necesidades del alumno: “Sólo hay que imaginar la actividad que quieres trabajar, qué material conector quieres usar, la medida de los pulsadors y la respuesta que quieres que dé el ordenador a cada orden que reciba”, sentencia Barnés. Por ejemplo, la lateralidad, la coordinación y la psicomotricidad se pueden trabajar situando de manera específica al espacio los pulsadors, e interaccionando con manso, pies u otras partes del cuerpo.
El Makey Makey no es un recurso cerrado, sino que ofrece una infinidad de variables, sólo hay que programarlo para asignar una respuesta del ordenador a cada tecla. Desde el EMEE Virolai confían que este recurso se extienda: “La idea es seguir desarrollando respuestas para las necesidades de los alumnos y compartirlo con todo el mundo que lo necesite”.
De hecho, la escuela forma parte del grupo Bajo Coste, en qué diferentes centros y particulares buscan soluciones para las familias ante las carencias del mercado, recursos que a menudo un mismo puede construir o conseguir sin ningún coste porque se pueden bajar los modelos de la red, o porque se obtienen de manera gratuita con la fabricación de modelos libres, adaptables individualmente. La investigación de nuevos recursos es uno de los pilares de este centro, nacido el 1977 como respuesta a la demanda de un grupo de padres.