La música y el cine nos parecen hoy en día indivisibles, porque ya nadie se plantea sentarse en una butaca a ver una película de Star Wars sin escuchar la épica partitura de John Williams o adentrarse en las sinuosas escenas de cualquier película de Christopher Nolan sin tener de fondo musical el increíble arte de Hans Zimmer. Las bandas sonoras y la propia música han servido para hacer aún más grande al cine, un espectáculo audiovisual desde décadas después de su invención, que precisamente tuvo su primera película sonora en un musical, como no podía ser de otra forma. Aquella cinta, El Cantante de Jazz, supuso un punto de inflexión en la manera de entender el cine y disfrutarlo, puesto que ahora había banda sonora y también diálogos en sonido en la película, todo un adelanto que no tardó en ponerse de moda.
La música ya era muy popular en aquellos tiempos, y los discos empezaban a venderse de forma masiva entre los jóvenes estadounidenses, pero hablamos de una época en la que la música seguía siendo algo restrictiva en cuanto a estilos. Por ejemplo, el blues estaba todavía dando sus primeros pasos y el rock todavía no se había inventado. Por supuesto, el pop o la electrónica eran impensables a mitad de los años 20. Así que la música escogida solía ser clásica, tirando de compositores primordialmente europeos y románticos, o también propiamente norteamericana, con el jazz, un estilo que había surgido en Estados Unidos por la mescolanza entre las músicas negras y los ritmos propios del país, y que estaba generando tanta expectación que no tardó en llegar a las primeras películas sonoras. Esta es la historia de la relación entre cine y jazz, no siempre correspondida.
La reivindicación del jazz en el cine
La primera película sonora de la historia fue un documental centrado en el jazz. Esto es algo que no debemos olvidar, porque habla de la importancia del estilo en aquellos momentos, 1927, y como aquella primera película sonora reivindicó por completo un modo de hacer música diferente y especial. Sin embargo, y aunque el jazz aparecería posteriormente en muchas otras películas, es cierto que la reivindicación no fue tan grande al menos en aquellos años. El jazz todavía se consideraba una música abiertamente negra, y era algo que muchos veían con malos ojos en una sociedad todavía muy segregada. Precisamente las películas tuvieron un papel importante en la masificación de esta música, aunque eso llegaría con el tiempo.
El cantante de jazz, la primera película sonora
En las primeras películas y filmaciones no había sonido, así que era habitual añadirle música en directo a las proyecciones, con una orquesta, más grande o más pequeña, encargándose de poner la banda sonora en el propio teatro donde se proyectaba el filme. No había guía de diálogos, así que estos aparecían sobreimpresos en la pantalla, entre escena y escena, lo cual era un poco anticlimático, ciertamente. Sin embargo, los adelantos con el fonógrafo y sobre todo con la opción de sincronizar tanto el audio como la imagen permitieron que poco a poco se pudieran ir incluyendo bandas sonoras grabadas en las películas. Hasta que llegó el sonido en directo, con la primer película sonora, El Cantante de Jazz, estrenada en 1927.
La película, mitad documental mitad ficción, fue la primera en grabarse, de forma parcial eso sí, con sonido y diálogos sincronizados gracias al sistema Vitaphone, que permitía la grabación sobre disco. De esta forma, a la hora de proyectarla, se podía sincronizar el audio y la película, aunque de forma un poco tosca. Si bien no estaba tan perfeccionado como ahora ni muchísimo menos, el sistema supuso una auténtica revolución en su momento, y el éxito de la película atrajo también la atención sobre los musicales, que tuvieron una gran presencia en el cine de los años 30 y 40, gracias a las posi8bilidades que el sonido ofrecía. El Cantante de Jazz supuso un hito también para este estilo de música, aunque es cierto que posteriormente, el interés del cine estadounidense por el jazz decayó un poco.
La la land, Soul y otras cintas con mucho jazz
Aparecían películas musicales donde se tocaba jazz, pero lo normal era estrenar otras donde el baile era el protagonista. En las últimas décadas sí que hemos tenido numerosos ejemplos de películas donde el jazz tiene un papel muy importante. Desde Cotton Club o Acordes y Desacuerdos, todavía en el siglo XX, hasta Whiplash o La La Land, ambas del director Damien Chazelle, un apasionado de esta música que no solo incluye jazz en sus bandas sonoras, sino que también habla de la tortuosa vida de los músicos que se acercan a este estilo. Seguramente el último gran ejemplo sea Soul, la película animada de Pixar recién estrenada y que también cuenta con mucho jazz en su historia, tomando el relevo de otra gran película animada con jazz, Los Aristogatos, de Disney.
Bandas sonoras de jazz
Una cosa es que la trama de la película trate sobre el jazz o lo toque en algunos momentos, y otra muy distinta es incluir canciones de este estilo musical en la banda sonora. Hasta ahora, nosotros nos hemos centrado en las películas que hablaban sobre jazz, cuyos protagonistas tocaban o al menos disfrutaban de este estilo, y que era una parte importante en la trama. Sin embargo, también hay muchas películas donde el jazz aparece de forma importante o testimonial, pero solo en la banda sonora. El ejemplo perfecto son las películas del neoyorquino Woody Allen, que siempre incluye en sus bandas sonoras piezas de jazz que le encantan, ya que él mismo es músico en este estilo.
Películas ambientadas en los años 20 y la Gran Depresión, como El Gran Gatsby o Scarface, también cuentan con música jazz en su banda sonora. Así mismo tenemos ejemplos importantes de canciones sueltas en diferentes películas musicales, como El Libro de la Selva o 101 Dálmatas, de Disney, pasando por Moulin Rouge. Películas como Paris Blue o Midnight Round también tienen una banda sonora muy interesante con temas de jazz clásicos de artistas tremendamente reconocidos, que tal vez no suenen tanto al gran público, pero que son un fondo musical perfecto para esas historias.